Nacido en 1970 en Viena, Austria, donde vive ahora; soltera; nutrióloga autónoma y colaboradora en el café en el centro “Schönstatt am Kahlenberg”; refundadora de la rama de Profesionales Femeninas (liga de mujeres) en Austria; Actualmente parte del consejo de “frauenUnterwegs” (“mujeres en camino”), una iniciativa de la liga de mujeres en Austria con mujeres de todas las formas de vida que se entusiasman por vivir su Alianza de Amor con la MTA en la vida diaria.
Una de las primeras experiencias que me han conformado es que «la gracia construye sobre la naturaleza». Esto significa, que todo está ya presente en mí y que debo ennoblecerlo y hacerlo brillar.
Esta es la misión que cada mujer, en su originalidad, ha recibido como regalo de Dios.
En mi condición de mujer, estoy llamada a participar activamente en la configuración del mundo. Ahí donde vivo, sea cual sea mi forma de vida (sola, casada, divorciada, con y sin hijos), como mujer en el ámbito profesional y social, como madre y esposa en una familia, y mucho más.
Experimento a Dios, sobre todo en los encuentros personales con la gente. Dios está para mí especialmente tangible en un reencuentro después de muchos años con alguien con quien tengo una profunda relación personal. Se da una cercanía imposible de producir humanamente. Dios también me habla en la naturaleza. Especialmente en esta primavera, – que muchos de nosotros hemos tenido que vivir en casa o en nuestro entorno inmediato -, Dios ha estado para mí tangible en el colorido de los árboles y en los arbustos en flor. Son un saludo del buen Dios, en un mundo, que por así decir, se ha detenido y que a través de este hermoso signo, Él nos quiere mostrar que las cosas continuarán.
En la situación profesional, que en mi autonomía me exige valor, perseverancia y paciencia, baso mi confianza en la presencia y apoyo de Dios. Rezar, tomar contacto con Dios y la Virgen antes de una cita importante o de un nuevo taller, a menudo me tranquiliza porque sé que no tengo que hacer todo sola. Él está conmigo y quiere lo mejor para mí. Pero esto no significa que no haya fracasos; lo que me permite ser una y otra vez humilde y no tomar nada como evidente. Tengo un gran agradecimiento por la vida que he tenido hasta ahora, por la enorme valentía para creer y por estar pendiente siempre de mi prójimo, viendo lo bueno que hay en él; ahí Dios siempre se me hace presente y tangible.
Una gran problema es que dudemos de nosotras mismas; y que siempre se nos esté exigiendo ser y hacer nuestro trabajo lo más perfectamente posible. La tendencia a la optimización de ser un empleado y gerente comprometido en nuestra profesión y al mismo tiempo atender a una familia a menudo pone a las mujeres bajo una enorme presión. Pero, ¿qué hago si no lo consigo? ¿Quién tiene entonces la culpa? Solo puedo mantener con valentía mi estilo de vida con todos sus éxitos y fracasos y crecer interiormente, cuando sé que no tengo que hacerlo todo sola, y que puedo experimentarme cobijada y elegida por el amor de Dios.
Cada una de nosotras es la hija predilecta de Dios. Veo mi tarea en hacer que muchas personas tengan esta experiencia. La diversidad da vida garantiza una sociedad. Así es como Dios creó también el mundo. Para preservar mi vocación y llevarla al mundo, vivo en alianza de amor con la Virgen. Esta alianza me regala hogar en mí misma y en mi mundo personal, me hace formar parte de aquellas personas que viven su vocación propia y que poseen la libertad y el valor para emprender algo nuevo. Así, en profunda unión con Dios y la Santísima Virgen, mi vida se transforma en una existencia dinámica. Esta experiencia me hace crecer interiormente y me hace iluminar el mundo en el que vivo y que amo.