Amélia Cabral Allessi

Amélia Cabral Allessi, nacida en 1956, casada, tres hijos y cuatro nietos, secretaria en Trabajo y Familia de la Secretaría de Justicia, vive en Curitiba/PR Brasil y pertenece a la rama de mujeres y madres en el Movimiento de Schoenstatt.

¿Qué experiencias te han formado como mujer?

Tuve la suerte de casarme con un muy buen católico que me ayudó a seguir colaborando en los movimientos católicos. Allí realicé las más diversas tareas: secretaría, catequesis, organización de eventos, presidencia del  CAEP (Conselho assuntos econômicos paroquiais = asesoramiento financiero en la parroquia).

Mi encuentro con Schoenstatt también me marcó. Lo conocí en 1987, en Curitiba, cuando una buena amiga nos invitó a la peregrinación mensual. Cantando y rezando caminamos desde la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes hasta el santuario de Schoenstatt llevando todavía a mi hija menor en brazos. Sólo mucho después conocí también el movimiento de Schoenstatt. Hasta el momento lo único que sabía era que el día 18 es el día de alianza. Y es que no me explicaron  nada acerca de él.  A mí me encantaba este lugar, todo lo que había me atraía; aunque no sabía por qué, simplemente me significaba algo especial. Durante varios años visité el santuario de Curitiba y en mí se despertó mucha curiosidad por conocer otros más.  Mi familia, amigos y parientes estaban sorprendidos por mi fe. Regalé varias novenas y todos los que la recibían, experimentaban abundantes gracias.  Siempre, donde viajábamos, me enteraba si había alguna capillita o ermita para poder conocerla. Durante el carnaval del 2001 pude conocer el santuario de Atibaia. A mi vuelta del viaje fui al hidrogimnasio.  En el vestuario, todas iban contando sus experiencias de los últimos días, y yo les comenté: ¡He conocido el cielo, el paraíso! Todas querían saber dónde había estado. Les hablé de Schoenstatt, de como todos los santuarios del mundo eran iguales y les conté también del cambio que yo había experimentado en mi vida, aún cuando, a esas alturas, yo no sabía nada de las gracias especiales que se regalan en este lugar. Les conté también, que siempre fui escuchada inmediatamente en todas mis necesidades. Una conocida, que también se encontraba allí, me invitó a una reunión que iba a tener lugar esa misma noche. Sentí mucha curiosidad e invité a cuatro amigas más. Fuimos muy bien recibidas, eso es tan normal en Schoenstatt;  las señoras que estaban allí eran todas conocidas en nuestras familias, aquí, en el barrio Santa Felicidade. Así que, desde 2001 pertenezco a la ‘Liga de las Madres de Schoenstatt’ en Curitiba – al grupo Tabor. Esa misma noche vino también otra madre, que yo no conocía, y que desde entonces es miembro de nuestro grupo. De las cuatro madres que yo había invitado, una murió y otra sigue participando con entusiasmo. Las otras dos no se sintieron mayormente atraídas; sin embargo, una de ellas regresó después, al ver lo mucho que yo había cambiado y ahora pertenece a otro grupo. Me identifico con mi grupo y creo que la metodología que se usa es maravillosa; calza admirablemente con cada rincón vacío de mi ser. Mi esposo, hijos, familia y amigos se dieron cuenta que se había dado un cambio en mí.  Estaba en la escuela de María y ella me estaba educando. La
Virgen determinaba todo; yo le entregué el timón de mi vida. En el 2001 conocimos también al padre Kentenich y la pedagogía de Schoenstatt. En el 2002 sellé la alianza de amor. Desde entonces pertenezco al movimiento en cuerpo y alma.

¿Cuándo has experimentado a Dios en tu vida?

Lo experimento a través de la alianza de amor con la Virgen. Estoy segura, que todo lo bueno y todas las dificultades, que en otros momentos no hubiera soportado, se convirtieron, con Maria, en ligera brisa, mientras que a otros les parece un huracán. En el 2015 sellé mi poder en blanco, es decir, le di a la Mater plena disposición sobre mi vida, aunque a otras madres, e incluso a mi familia, les pareció absurdo que lo hiciera;  pero, la Mater ya me había hecho tantos regalos de amor, que quise sellar mi alianza de amor a la altura del poder en blanco. Entonces contraje una enfermedad autoinmune – CHRON – que para muchos es mortal o al menos muy difícil de soportar y convivir con ella;  para mí, sin embargo, era como si no tuviera nada. Hemos recibido miles de gracias, muchas veces sin haberlas pedido: ayuda material, física y espiritual.   Todo cosas, que serían imposible sin nuestro Padre y Fundador y su heroísmo de fe; y sé, que una madre lo hace todo por sus hijos, incluso lo humanamente imposible.

En este momento tengo que pasar por muchas cosas desagradables y negativas, pero sé que la Mater está conmigo y no me va a dejar caer. En el 2019 elaboramos un cetro! Más que nunca, ella gobierna, coordina y ordena nuestras vidas. Hoy he pensado en la pandemia y he recordado que el 20 de junio 1952 el Padre y Fundador también fue aislado  (exiliado)  y volvió después de 14 años, victorioso y fortalecido de regreso a su Obra.

Por el momento, los jueves hago adoración en el Santuario y los domingos participo allí, en la santa misa. La Madre y Reina Tres Veces Admirable es el pilar y apoyo de mi vida y el de mi familia. No le tengo miedo a los malos tiempos que quieren desanimarnos pues la Madre y Reina, que es venerada en mi casa como medianera de todas las gracias, guía y resuelve todas las dificultades. Ella me ha transformado en todos los sentidos. Ella me formó; mi corazón, que al principio era como de papel, se convirtió en latón y luego en oro;  de una piedra sin pulir, se ha convirtido en una piedra preciosa y brillante, de madre, abuela, hija, nuera, esposa, en una personalidad.