Barbara Chmielewska

42 años; Bibliotecaria; Polonia
Señoras de Schoenstatt

¿Qué desafíos ve usted para las mujeres hoy?

En el año 2017, el escritor y poeta estadounidense Neil Gaiman escribió el poema “Los recolectores de hongos” para honrar a las mujeres científicas y para confirmar su contribución hasta hoy subestimada y con frecuencia no reconocida. De forma maravillosa, pienso, como solo la poesía lo puede hacer, el texto muestra las diferencias y la complementaridad entre el hombre y la mujer y entre la mujer y el hombre.

“Los hombres siguen corriendo tras las bestias.
Los científicos caminan más lentamente, hasta la cima de la colina,
bajan hasta la orilla del agua
y pasan por el lugar donde corre la arcilla roja.  
Llevan a sus bebés en los cabestrillos que hicieron, /
liberando sus manos para recoger los hongos”
(Neil Gaiman, The Mushroomhunters, extracto)

Apreciar las diferencias entre el varón y la mujer y fortalecer la complementación mutua – esto es precisamente lo que veo hoy como desafío para la mujer. El feminismo, que se mueve en nuestra época por todo el mundo, reduce a la mujer a su fuerza reproductiva y pone todavía un fuerte acento en el igualitarismo del varón y la mujer. Las mujeres liberales que más fuerte hablan, gritan por el derecho al aborto. Pienso que esto es precisamente lo que salió mal en el feminismo. Acompañar a la vida es la primera y más grande tarea de la mujer. Esta tarea es la que podemos cumplir nosotras, como mujeres, ciertamente de acuerdo a nuestra vocación.

Y, sin embargo, pienso que nosotras, las mujeres, hacemos todavía demasiado poco por una remuneración igualitaria y justa de mujeres y varones. Protestamos demasiado poco en contra de la imagen de mujer normalmente utilizada en la publicidad y en los medios de comunicación. Con frecuencia no nos atrevemos a asumir cuando se nos ofrece una responsabilidad en nuestro trabajo o en nuestro entorno. Y si lo hacemos, entonces nuestro estilo de gestión es, nuevamente, más bien masculino… ¿Es que no estamos conscientes del genio femenino? ¿Es que cuentan menos el amor, la entrega, la alegría, la sensibilidad, la amabilidad, la iniciativa, la capacidad de contacto, menos que la fuerza, el rendimiento, una perspectiva más amplia, la consecuencia y el individualismo?  

Desde hace años trabajo en una biblioteca y actualmente soy Directora de un Departamento, donde trabajan principalmente mujeres. En mi trabajo recuerdo una y otra vez una frase de san Pablo: “Al anciano no lo reprendas con dureza, sino exhórtale como a un padre; a los jóvenes como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza”. 1 Tim 5, 1-2. En estas palabras escritas por un anciano a un joven, se refleja la maternidad de san Pablo, que el P. Kentenich mencionó con frecuencia.

¡Pero qué distinto comprendo y me identifico como mujer con estas palabras! Y lo que es más, cuando veo en mis colaboradores a mi madre, a mi hermana – a quien me hubiera gustado tener… Como soy mujer, puedo comprender mejor a otra mujer. Y a un varón también, porque sé lo que puede hacer mejor que yo. Pero también sé lo que yo puedo hacer mejor que él: en el diálogo con los demás, al resolver una tarea…

Lo que en este contexto me parece muy importante, es que nosotras, las mujeres, nos apoyemos mucho más en nuestros múltiples talentos y actividades. Esto exige de nosotras, sobre todo, autoeducación y trabajar en nuestras debilidades femeninas: celos, críticas, intrigas… en última instancia, nada más que vanidad. Un antídoto y una muy buen ayuda en esta lucha es para nosotras la Santísima Virgen, nuestra MTA. En su imagen queremos reflejarnos y contemplar la biunidad de Jesús y María, como ejemplo de una nueva y santa complementaridad entre varón y mujer.