Bettina Betzner

53 años; Alemania; Directora de la Atención familiar católica en el decanato de Esslingen-Nürtingen; Peculiaridad: Año de voluntariado social en Australia, cambio de mi actividad profesional en Industria y Administración a una actividad profesional de atención social como cuidadora familiar hasta asumir la institución con la expansión de la atención familiar a los siguientes ámbitos: personal, territorio y ampliación de  porfolio en colaboración con la ayuda a la juventud.

Desde 2005 en la Federación de mujeres de Schoenstatt, con orientación de vida según los consejos evangélicos. Comprometida en la diócesis de Rottenburg-Stuttgart y, desde hace, 10 años, miembro electo en el Consejo diocesano de la diócesis.

¿Qué experiencias la han marcado a Ud. como mujer?

Me ha marcado mucho mi época en la juventud de la parroquia y en la juventud femenina de Schoenstatt. Allí descubrí, mediante el contacto con personas de ideas afines, mi modelo como mujer, mi temperamento y las peculiaridades de mi carácter.
Me di cuenta: Yo soy única, soy un gran pensamiento de Dios, su idea predilecta. Estos fueron y siguen siendo para mí los grandes momentos que marcaron mi personalidad de forma duradera.
Decisivos para mí fueron los exitosos planes de vida de personalidades femeninas en la vida cotidiana y discreta, por ejemplo, mi abuela. Ella me mostró de forma viva cómo se puede lograr ser mujer, a pesar de algunas crisis de la vida. Mi abuela me dio ejemplo de lo que significa poner toda su confianza en Dios y no olvidar el sentido de las realidades de la vida.
Mediante el contacto con Schoenstatt se me regaló la experiencia de cómo afrontar mis fortalezas y mis debilidades como mujer, cómo aprender a trabajar mis cualidades y mis fortalezas y a pulir mis debilidades.
¡Así me ha creado Dios! No sólo aprendí a valorar más esta realidad, sino también a amarme más en ella. A disfrutar los dones que Dios me ha regalado y a sacar a la luz lo extraordinario de mi estilo femenino, lo mejor de mí. A no desvalorizar mi intuición, sino verla como una fuerza de lo alto; la voz de Dios que vive en mí.
Han enriquecido mi vida especialmente, las experiencias de limitación, sobre todo cuando he asumido un riesgo. Por ejemplo en el año 1990 renuncié a mi trabajo y me fui a Australia a hacer un año de voluntariado social. Probar y experimentar en un país extranjero fue la clave del éxito.

¿Dónde ha experimentado a Dios en su vida?

En las situaciones y en las pequeñas cosas de la vida diaria. Además hay muchos momentos clave: mi primera Comunión, la confirmación, la alianza de amor con la Virgen en Schoenstatt, han sido vivencias fundamentales que han profundizado mi fe. Entré en contacto con el Dios de mi vida. Todo eso me dio una idea aproximada de cómo es Dios y cómo es experimentar su cercanía. Pude experimentar: ÉL está ahí y ÉL está ahí ahora solo para mí.
En mi época en Australia – un tiempo de cambio en mi vida – creció la relación con Dios como Padre. Esto lo experimenté en la persona del padre Kentenich, el fundador del movimiento internacional de Schoenstatt. En diálogo con él, no solo se me regaló la certeza interior de que irme al extranjero durante un año, era lo mejor para mí, sino también la fuerza para buscar una nueva orientación profesional.
Así la alianza de amor con María se convirtió para mí en un oasis espiritual. Experimentar a María, en la oración me dio orientación y hogar: orientación, cuando asumí una nueva profesión en Alemania; y hogar, cuando las cosas se pusieron difíciles.
En alianza con Ella percibí que, vinieran los problemas que sean, María me apoya y está ahí, me sostiene en alianza de amor con Ella, no caeré, sino que Ella me sujeta con fuerza para que yo no pierda de vista mi camino, sino que pueda volver a reconocerlo.

¿Cuál ve usted como el desafío para la mujer de hoy?

Un desafío lo veo en:

– Vivir mi ser de mujer, mi feminidad de forma auténtica, tal como soy, de forma totalmente personal. Con un estilo, que es mi estilo de vida.
– Mantener mi libertad interior como mujer y configurar mi vida desde un centro interior, y no ser manipulada por opiniones o modas.

– Ser libre para los impulsos que me regala la presencia de Dios y, al mismo tiempo, estar muy unida a Él.
Percibo como desafío, y por eso es también un anhelo, una mayor solidaridad entre nosotras las mujeres, porque eso da fortaleza y regala valor para ser diferente.
Precisamente en mi vida laboral, en una tarea de dirección de una institución social caritativa para familias en situación de necesidad, experimento lo importante que es ver con empatía a las mujeres, a las madres en su vida familiar diaria, contemplarlas en su necesidad y apoyarlas. Percibo que las mujeres experimentan una fuerte discrepancia en su conciliación familiar. A menudo son poco valoradas por su trabajo en la familia. La atención y la promoción de los hijos en la familia son una tarea insoslayable y admirable, que encuentra demasiado poco reconocimiento en nuestra sociedad. En tiempos del coronavirus vivimos la exigencia para las mujeres entre el teletrabajo y las clases en casa. Para ello quiero tomar fuerza y dar una voz a estas mujeres.

¿Qué quiere Ud. cambiar del mundo a través de su vida?


Quiero ser un signo del Espíritu Santo. A través de mi estilo debe surgir el amor de Dios, hacerse transparente y tangible. Quiero animar y motivar, provocar, tener ideas propias, colaborar, descubrir la fe para sí mismo. La presencia de Dios es real. Él es un Dios que dice SÍ a cada uno de nosotros.
A través de estas experiencias quiero proporcionar ayuda y consuelo a mis hermanos, pero también darles audacia para contribuir a una vida plena.
Toda mujer tiene el derecho a experimentar su felicidad individual en la vida y a tener la alegría de la fe.
Un anhelo especialmente importante para mí es la conservación de la creación. Un nuevo modo de pensar ecológico en la propia vida cotidiana, ésa es una contribución muy personal mía a una sociedad que trata responsablemente sus recursos naturales. Una importante confirmación y estímulo los recibo mediante el punto de vista de nuestro Papa Francisco.