54 años; Licenciada en Servicio Social; Sub directora Nacional – Aldeas Infantiles SOS Paraguay
Schoenstatt Federación de Mujeres
La experiencia más grande que me ha formado como mujer y ha marcado mi vida, tiene sus raíces profundas en mi familia. Mis padres forman parte del Movimiento, son miembros de los primeros grupos de matrimonios de la época de fundación de Schoenstatt en Paraguay. De alguna manera puedo decir que ya desde mi infancia he formado parte del movimiento.
Fui miembro de la juventud femenina, crecí en la atmosfera del Santuario Hogar, el cual marcó profundamente mi vida y la de mis 6 hermanos. Sin dudas esto contribuyo en mi formación y educación como mujer.
Schoesntatt me regaló, como mujer, la posibilidad de crecer en autoconocimiento y en un trabajo serio de autoeducación, a través de los medios ascéticos y pedagógicos: desde la aceptación de la propia originalidad, mediante el trabajo con el ideal personal, acrecentando mis valores y por sobre todo mi libertad.
Todos estos regalos que Dios en su amor personalísimo puso en mi vida, me ayudaron a ir ccreciendo como mujer, el cual sin duda es un proceso largo, lento, profundo, orgánico y libre.
Si pudiera resumir diría que con Schoenstatt recibí la gracia, como persona, como mujer de vivir en la vida diaria la profunda unidad de lo natural con lo sobrenatural, enfrentando los desafíos que la vida te presenta a nivel personal o profesional, haciendo presente al Dios de la vida. En síntesis, viviendo mi Alianza de Amor con alegría, sencillez, firmeza y audacia en todos los lugares donde me toca actuar.
A Dios, he experimentado profundamente gracias a mis padres naturales, y tal experiencia me llevó a crecer en filialidad ante Dios. Al mismo tiempo el vivenciar la filialidad de mis padres ante Dios, en la vida cotidiana, ante la Mater y el Padre y Fundador fueron como un puente hacia mi vivencia personal de un Dios que es Padre y Madre.
Asi a medida que fui creciendo mi vinculación personal con el Padre y fundador se convirtió, en la raiz mas profunda de mi alma. Es sin duda para mí el transparente de Dios. Es como el secreto y fundamento de mi vida, que me regala seguridad, confianza, vivir de la fe practica en la divina providencia, donde el Dios de la vida se manifiesta de manera permanente.
Esta filialidad, me ayudó a descubrir mi vocación, buscando «mi lugar en Schoenstatt», pude encontrar en la FEDERACION APOSTOLICA DE MUJERES, mi realización personal y plenitud de mi vida.
Al mismo tiempo todo esto contribuyo a mi realización también en el campo profesional. Trabajando desde hace 27 años en las Aldeas Infantiles SOS.
Este camino de filialidad, que yo pude recorrer, que me regaló raíces profundas es lo que me lleva a vivir como mujer en una profunda paz y alegría, la cual me regaló poder desplegar una maternidad maravillosa.
Muchas veces escuchamos las hermosas palabras «Hay mayor felicidad en dar que en recibir» (Hch 20,35) yo puedo afirmar y subrayar que son palabras tan verdaderas, porque esa es mi experiencia de vida como mujer. Así de simple yo puedo resumir mi experiencia de hija ante Dios: el dar y regalarme. Todo es fruto de la experiencia de amor personalísimo de un Dios que es Padre, de un amor que me plenifica.
Los valores femeninos, más sagrados y nobles, hoy estan siendo atacados. Sabemos que el feminismo moderno ataca tal actitud esencial de la mujer.
El feminismo, dentro y fuera de la Iglesia Católica, corre peligro de socavar, de relegar a un segundo plano ese elemento esencial y eterno de la mujer. En el caso del feminismo católico, naturalmente en razón de tendencias muy nobles. La mujer lucha en la sociedad por asumir un lugar equivalente al del varón. Pero en este punto se confunde fácilmente “de igual valor” con “de igual modalidad». Dice nuestro Padre: » Procuren remontar al Dios Trino ese rayo de la esencia de la mujer. La maternidad, la servicialidad eternas de Dios, es el ideal de nuestro propio servir con sencillez y fortaleza(…).Observen que la masculinidad inarticulada se manifiesta a menudo en una actitud despótica, en un opacamiento de la servicialidad silenciosa y fuerte que se traduce precisamente en el servicio sereno y abnegado».
«En la sociedad actual existen corrientes revolucionarias en el plano del ser y de la acción. La revolución en el plano del ser jamás triunfará. Justamente porque es una revolución contra lo eterno en el ser humano. Y ese elemento eterno en el ser humano es tan eterno como Dios mismo, porque es reflejo de Dios. Si el feminismo pretende sepultar la esencia más profunda de la mujer, tachar ese servicio callado y fuerte de la naturaleza de la mujer, está condenado al fracaso. La humanidad femenina tiene una misión para la redención del varón y una misión para la redención de la cultura de hoy. De ello pueden extraer la siguiente conclusión: en la medida en que desarrollen en nosotras lo eterno, habrán realizado el apostolado más grande que puedan llevar a cabo como mujeres».
Estas palabras del Padre describen tan hermosamente la maternidad espiritual, lo eterno femenino: Acentuación de lo maternal, la mujer está condicionada para lo maternal, para la fuerza creadora y anhela servir a la vida.
Sin dudas es un desafío, porque es muy difícil, luchar contra la corriente.
Este ideal maravilloso de ser «otra María» en medio del mundo, solo podrá hacerse realidad si nosotras como mujeres schoenstattianas somos dirigentes creíbles, es decir, si hay en nosotras una profunda coherencia entre lo que decimos y hacemos. Una avasalladora unidad en el ser y el actuar, debemos ser un evangelio vivido.
Nuestro desafío como mujeres dirigentes en medio del mundo: es que recorramos la vida, sencillas y profundamente bondadosas. Alegres, porque sabemos a quién pertenecemos, fuertes, con raíces profundas que nada las derrumbe.
Mujeres libres. Mujeres que creen en la nobleza del alma del ser humano, capaces de encontrar luz en medio de la oscuridad del mundo de hoy, porque estamos convencidas que nos acercamos a un nuevo amanecer.
Como decía nuestro Padre: » un pueblo se levanta o cae, asi como sean sus mujeres».
PD: Aclaro que las palabras del Padre, que cito, son de mis apuntes personales, no tengo registrado el libro.