Alicja Kostka

Nació en 1971 en Olsztyn, Polonia, recibió su doctorado como teóloga en 2006 con tema: “Espiritualidad de la mujer en la visión de José Kentenich” en la Universidad Católica de Lublin. De 2008-2020 enseñó en el seminario San Lambert en Lanerhofen la disciplina de Teología Espiritual. Como conferenciante en temas de teología en la Federación Apostólica de Mujeres en Vallendar, investiga  sobre la primera mujer en la historia de Schoenstatt, Gertraud von Bullion, en cuyo proceso de beatificación coopera. Desde 2017 es consejera espiritual en la diócesis de Tréveris y acompaña peregrinaciones y retiros.

¿Qué experiencias marcaron su vida como mujer?

Para mí fue sobre todo la experiencia de la belleza y complementación que puede tener lugar entre las personas, entre hombre y mujer, y lleva al crecimiento de la persona y de la personalidad. Siempre me fascinó el potencial de creatividad y cooperación fecunda. Intuitivamente tomé un camino que miraba un complemento más espiritual. Fue siempre un placer para mí experimentar cuánto podemos dar unos a otros en las diferentes formas de percepción y complementación de capacidades. La atracción natural que existe entre sexos se tornó una alabanza para la alegría de la complementación. 

Esta complementación también encontró expresión en muchos proyectos que realizo y llevo adelante.  Entre otras cosas, cito la larga colaboración con el Hermano de María, Lambert Schrödter (+2014), que se concentró en la persona de José Engling, además de ello en retiros y peregrinaciones que organicé con sacerdotes, así como con el trabajo científico con colegas, cuando proyectamos y organizamos simposios. En todos los lugares pude experimentar la alegría de reflejar en conjunto. Esta visión común y acción conjunta de mujeres y hombres se revela muy positiva pata el resultado final.

¿En qué puntos su vida experimentó a Dios?

Es sorprendente cuando miro la historia de vida de cómo Dios me condujo a través de fases individuales y cómo continúa conduciéndome. Por un lado está conducción externa a través de la cual entré en contacto con personas y lugares que eran importantes para mi vocación, y que en verdad fueron determinantes. Por otro lado, Dios habló a través del deseo que Él colocó en mi corazón. Dejarse conducir y envolver por el anhelo de ir hacia donde Dios ya me espera, es bien característico de la experiencia de Dios. 

La experiencia de Dios también me fue dada a través de María. En los lugares de peregrinación donde he podido estar, sobre todo en Ditrichswalde en mi tierra natal en Emland, en Niepokalanow (“Ciudad de la Inmaculada”), fundada por San Maximiliano Kolbe, y en Częstochowa, encontré mi camino hacia María. En Schoenstatt esta experiencia y vinculación a María se intensificó y se desarrolló, se tornó más íntima y más viva. La experiencia de ser guiada encontró una explicación teológica y una profundización existencial en la espiritualidad de Schoenstatt, en la fe práctica en la Divina Providencia. 

¿Cuál es el desafío que ve para las mujeres hoy en día?

Como desafío, veo que las mujeres de hoy conocen, afirman y desenvuelven sus fuerzas femeninas y que es precisamente con las fuerzas que dan contribución decisiva para la formación de la sociedad, de la Iglesia y de la cultura. Muchas veces estos valores no son notados a primera vista, tales como la percepción de la atmósfera en la conversación o en una sala, la comprensión más profunda de las necesidades de las personas. Observando con más atención, estas capacidades se revelan bastante “importantes para el sistema”, o lo que sería lo mismo, como “necesarias para el sistema”. 

Entre los puntos fuertes de la mujer está la relación persona a persona, su sensibilidad espontánea para con las personas, el sentimiento por la vida y el cuidado integral de la persona. Especialmente en una época en que estamos en el proceso de pensar y actuar de forma más ecológica y por tanto, más integral, estas cualidades y capacidades de las mujeres son cada vez más solicitadas. A este respecto, un aspecto particularmente esencial, que el Padre Kentenich llama “inspiración” y que interpreto de la siguiente forma: prestar atención a la dimensión espiritual de las personas, de las cosas y de los procesos en los encuentros, conversaciones y decisiones. 

¿Qué desea cambiar a través de su vida en este tiempo?

Me quiero basar en las fuentes más profundas del ser y del actuar femeninos. Aquí la Madre De Dios es especialmente un modelo. Ella se comprometió plenamente con el Dios vivo. Ella no tenía mucho que ofrecer aparte de ser mujer. Ella usó esto en el juego decisivo de la historia de la Salvación de la humanidad. El Papa Francisco habla de María, que ella inició una revolución en Belén, la revolución del amor tierno, que cambió para siempre la historia de la humanidad. 
Deseo contribuir para continuar esta revolución, justamente como mujer, en alianza con María y apoyada en ella.