Nació en 1966 en el sur de Brasil (distrito de Liberato, diócesis de Frederico Westphalen), es la mayor de cuatro hermanos y hermanas, se unió al Instituto Secular de las Hermanas de María de Schoenstatt en 1994. Después de una formación con la artista Hna. M. Senira Biscaro, quien la introdujo en el arte religioso, y una práctica en la orfebrería de los Hermanos de María en Schoenstatt, Alemania, estudió bellas artes. La Hna. M. Roseli trabaja como orfebre en el estudio «Metalarte José Kentenich» en Santa María / Brasil.
Mi gran experiencia fue el encuentro con Schoenstatt, especialmente en lo que se refiere a la autoeducación. Experimenté que vale la pena usar todas las fuerzas para el propio crecimiento espiritual y para una formación de la personalidad que contribuya a una nueva formación de la sociedad. En este encuentro con Schoenstatt, quiero destacar el día de mi Vestición, en el que recibí el vestido de Hermana de María junto con otras seis Hermanas de curso. Así como otras mujeres se preparan para el gran día de su boda con gran expectativa y alegría y viven de él, yo experimento hasta el día de hoy lo hermoso que es darse en cuerpo y alma a través de la consagración de mi vida como Hermana de María. Eso me forma como mujer.
La vida en la casa de mis padres ya era una experiencia de Dios. Rezábamos el rosario todas las noches en familia y esos eran momentos sagrados para todos nosotros. Pero lo que me marcó durante toda mi vida fue la experiencia de la fe, el amor y la ternura de mi madre. Durante estos momentos de oración, estaba verdaderamente sumergida en Dios y sentí que estaba regalando todo lo que había sucedido durante el día y lo que le vendría al día siguiente.
Cuando entré en la comunidad de las Hermanas de María de Schoenstatt y en el encuentro con nuestro Santuario, experimenté allí el mismo amor, fe y ternura que María, nuestra Madre, nos da desde su trono de gracia.
¿Cuál es, en su opinión, el mayor desafío para las mujeres de hoy en día?
En mi opinión, el mayor desafío para las mujeres de hoy es encontrar un equilibrio entre sus deberes como esposas y madres y como mujeres profesionales. Para las mujeres mayores, la necesidad se agrava por la soledad y el abandono, ya que las familias se han vuelto muy pequeñas.
Otro desafío es la gran lucha por una mujer auténtica e integral, especialmente en lo que respecta a la virtud de la pureza en una sociedad tan marcada por la corrupción, y la falta de discreción y respeto por la dignidad de los demás y la propia dignidad.
A través de mi vida consagrada como Hermana de María de Schoenstatt, trato de acercar a las familias, comunidades y parroquias a Dios y a la Mater diseñando Santuarios Hogar o Parroquiales, Ermitas de la MTA, cruces, símbolos para los Santuarios de Schoenstatt (marco y cuadro de la MTA, símbolo de Dios Padre, símbolo del Espíritu Santo, etc.). Estos objetos se hacen siempre con gran amor y dedicación y siempre buscamos ofrecer todas las dificultades que surgen, a través de las manos de la Santísima Madre, a Dios por nuestro pueblo.