Hna M. Herta Einig

Es hermana de María de Schoenstatt misionera en Chile. Tiene un gran corazón apostólico, ella sigue ofreciendo toda su vida y enfermedad por quienes ha servido y amado: las personas privadas de libertad.   Comenzó en el  año 1963 su apostolado en la Penitenciaria de Santiago en la pastoral carcelaria, uno de los lugares donde hay más dolor y sufrimiento,  donde  encontramos a estos hermanos nuestros por los cuales Jesús tiene tanta predilección… “Estaba preso y me viniste a ver”.

Cumplió 94 años, vivió en la Casa de Hermanas mayores en Chile. Falleció en el año 2020.

Qué experiencias la han formado como mujer?

Una linda experiencia que me formó profundamente es haber tenido un lindo hogar y ver otras familias.  También la vida comunitaria en las Hermanas de María me enseñó muchas cosas y aprendí a convivir con distintas hermanas como en una familia. Todo esto me ayudó  a preocuparme de los otros, acercarme, comprenderlos  y ayudarlos.

Para terminar puedo decir que estoy inmensamente agradecida y contenta con esta tarea que Dios me ha regalado en la cárcel. Él me ha concedido uno de los grandes anhelos de mi juventud. Y para lograrlo me ayudó mucho el apoyo de mi comunidad, me dejó  libertad para que pueda actuar y desarrollarme en la entrega, cuando quise empezar a ayudar en la cárcel, cuando organicé actividades confió y me apoyó, si no hubiese sido por eso no habría podido hacer nada. 

Siempre consideré  mi servicio, como una forma de ayudar a engrandecer nuestra Iglesia. Ella es madre y quisiera estar cerca de todos sus hijos, especialmente de los que sufren al verse privados de su libertad como Hijos de Dios, y busca instrumentos portadores del amor misericordioso del Padre, para el hermano que sufre.

En qué puntos de su vida ha experimentado a Dios?

He podido experimentar como Dios se acerca en forma especial en las dificultades, cuando hay mucho sufrimiento. En esta etapa de la vida he experimentado la especial cercanía de Dios en mi enfermedad, El ayuda a soportar y sobrellevar. También vi el paso de Dios en muchas personas en la cárcel, allí se encontraron con Dios y en un proceso lento relacionaron sus vidas con Dios, pude ver conversiones.  Estaban cerrados y de repente se empezaban a abrir, poco a poco se iban acercando, lo conocían en la doctrina y por la cercanía humana y finalmente lo conocían y aceptaban. Muchos se confesaban, también hablaban con uno lo que le decían al sacerdote pero él puede perdonar, yo  indicaba caminos, aconsejaba, acompañaba.

Cuál es el desafío que ve para las mujeres hoy en día?

Qué la mujer sea mujer, maternal, acogedora y no como un palo… que trabaje con medida, que no olvide por el trabajo su rol principal, la entrega  maternal y hacer familia.

Hoy es difícil formar un buen hogar, hacer familia y educar a los hijos.  Muchas mujeres  no lo han experimentado en sus familias y madres.  Hay muchas mamás que no pueden estar con sus hijos porque tienen que trabajar para mantener la familia y se ven obligadas a dejar a los  niños en la calle o con otras personas.  A veces les toca muy pesado porque tienen que sufrir la infidelidad de los esposos.

Es un desafío para las mujeres ser buena mamá y trabajar.  También la honradez en el trabajo.

Qué desea cambiar a través de su vida en este mundo?

La poca relación con Dios,  quisiera dejar un mensaje de esperanza:   que sean amigos de Dios, que confien, trabajen y ofrezcan todo a El… eso es lo principal. Si uno confía en Dios, Dios ayuda, debemos confiar que  las cosas pueden cambiar  con la ayuda de Dios y con la propia fuerza de la persona. 

Que haya más hogares cristianos y que vivan como cristianos. Muchos toman malos caminos por malas experiencias, porque no tienen a nadie que los aconseje, que los ayude, a veces por necesidad, por ignorancia…

Quisiera que haya más igualdad, que nos ayudemos unos a otros, que todos tengan un buen hogar, un buen trabajo, parejas constantes, más oportunidades para todos, algunos no tienen oportunidades, no tienen educación, posibilidad de trabajo, ayuda.