Joelma Francisca Melo

45 años;  Bachiller en Biblioteconomías y Derecho; Inspectora de Policía – Policía Civil del Estado de Río de Janeiro.
Unión Apostólica Femenina de Schoenstatt

¿Qué experiencias marcaron su vida como mujer?

Ser criada en una familia con siete mujeres, marcó mi experiencia, pues a través del ejemplo de vida de mi madre y de mis hermanas, que eran mayores que yo, pude aprender cómo una mujer debe portarse en relación a su cuerpo, en su vestido y que el hecho de ser mujer no era motivo para ser dependiente de un hombre, por lo tanto debería estudiar y trabajar, mas también me debería portar con modestia en el habla y vestir. En un barrio pobre de Río de Janeiro, siendo mi madre una persona vieja que ya contaba 65 años cuando me adoptó, con poca instrucción escolar,
eso marcó mi juventud, pues el sueño de las jóvenes de la época era casarse con un hombre rico. Tener una madre religiosa, con una gran amistad personal con María, a punto de un día confesarme a veces se avergonzaba por amar tanto a María y pensar en estar en pecado por eso, fue fundamental en mi vida. 
Sigue otra experiencia que marcó mi vida como mujer fue cuando comenzé a trabajar en la Policía Civil. Un ambiente dominado por hombres, donde la mayoría de ellos tienen una visión parcial y desfigurada donde las mujeres son vistas como obstáculos en el trabajo, como aquellas que quieren tomar el lugar del hombre, y que no son capaces para las funciones y muy difícil. En este mismo período de integración y adaptación, la Providencia Divina me llevó a Schoenstatt y entonces pude tomar mayor conciencia de la naturaleza propia de la divina mujer, de la visión dada por Dios a cada una y de la necesidad de luchar, para ser también en mi local de trabajo el modelo de la mujer deseada por Dios, lo que pienso ser una de las grandes misiones que tengo y para cual procuro autoeducarme para cumplir. 

¿En qué punto de su vida experimentó a Dios?

Mi primera experiencia con Dios fue en mi bautizo, cuando tenía 12 años de edad, y el padre ungió mi pecho con el óleo y dijo:  “ Que Cristo penetre en su vida como este óleo en su pecho”. Fue una experiencia que marcó mucho mi vida. También tuve experiencias profundas con Dios cuando recibí el sacramento de Confirmación, a los 18 años, cuando el obispo impuso las manos sobre mí. Fue algo tan marcante que no conseguí parar de llorar durante la celebración. Luego de conocer Schoenstatt, esas experiencias se intensificaron. A través de la Eucaristía, de las meditaciones, de algunas lecturas y de acontecimientos de la vida, consigo sentir y percibir el actuar de Dios y de la Madre De Dios en mi vida. 


¿Cuál es el desafío que ve para las mujeres hoy en día?

Considero como el mayor desafío para la mujer de hoy descubrir su misión en el plan de Dios. La mujer necesita conocer el plan que Dios tuvo al crearla, que ella es responsable por generar vida, no apenas la vida biológica, mas la vida de gracia. Es un grande desafío promover acciones a ayudar a la mujer a entender que la naturaleza de su ser no compite con la del hombre, que la verdadera libertad es dejar que Dios reine a través de ella, como hizo en María y tantas otras santas mujeres, canonizadas o no, como Gertraud von Bullion. La mujer hoy precisa saber que ella es amada personalmente. Que la grande historia de amor, de heroísmo y de empoderamiento acontece cuando ese amor sobrenatural que Dios Padre tiene por ella. Las mujeres de la actualidad que descubre ese gran amor, se tornan grandes personalidades en el ambiente donde viven. 

¿Qué desea cambiar a través de su vida en este tiempo?

Yo quiero que el mundo conozca el amor de Dios. 
Que cada persona consiga tener una experiencia personal con Dios y sepa verdaderamente que Dios la ama personalmente, que cuida de ella en los mínimos detalles y que está con ella. Esa experiencia que yo tuve en Schoenstatt, cuando percibí que tenía un Padre, que Él me amaba y que siempre cuidó de mí. Cuando usted mira para la historia de su vida y entonces percibe el actuar, el cuidado de Él en cada momento de su historia, entonces usted descubre su amor por su Hijo que Él envió al mundo y quiere que todos tengan esa experiencia, que es la experiencia de la Redención. Él me amó, me ama y dio la vida por mí. 
Yo procuro llevar las personas que Dios me confía a tener esa experiencia. Hoy tengo la conciencia que no adelanta hablar como la persona debe portarse, o qué y lo que no es pecado. Yo pienso primero dar mi testimonio. Nuestra Iglesia y la iglesia de los testimonios. Fue así en los primeros años de la evangelización “sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes y serán mis testigos”. (Hechos de los Apóstoles 1,8). Porque realmente soy testimonio del amor de Dios  y mi vida es mi actuar, debe transmitir eso. Si las personas consiguieran ver el amor De Dios a través de mí, entonces yo estaré cambiando el mundo, pues Dios está reinando.