Katharina Gehring

30 años; Profesión: Profesora de rehabilitación; Trabaja en su casa como esposa y madre de cinco hijos con edades entre los 5 y 6 años. Es madre de cuatrillizas.
Schönstatt: Pertenece a la Federación de Familias

¿Qué experiencias te han marcado a ti como mujer?

Especialmente el nacimiento de nuestros hijos. En mi juventud siempre tuve el deseo de tener una familia grande y me imaginaba cómo sería el futuro cuando, con mi marido y mis hijos, viviéramos juntos el día a día familiar.Siempre fue mi mayor anhelo encontrar un marido, tener hijos y en mi propia familia ser una buena madre y esposa. Mi vocación pude reconocerla ya muy tempranamente y puedo vivirla hoy.Por todo esto le agradezco mucho a Dios.

Especialmente me ha marcado el embarazo y nacimiento de nuestras cuatrillizas. Nuestro hijo tenía recién 7 meses cuando supimos que seríamos padres de cuatrillizas. Eso fue para nosotros un verdadero impacto y nos preguntábamos una y otra vez qué era lo que Dios quería decirnos con eso y qué planes tendría para nosotros. El médico, que diagnosticó el embarazo de cuatrillizas, estaba visiblemente sorprendido y no podía imaginar que yo pudiera dar a luz a cuatro niñas sanas con mi cuerpo tan frágil y pequeño, especialmente porque recién había amamantado completamente a mi hijo, y porque un embarazo de esas características, y tan rápido, conlleva riesgos adicionales. Cuando mencionó la posibilidad de reducir el número de hijos para dar al menos a dos niños la oportunidad de una vida sana, mi marido y yo nos dimos cuenta inmediatamente de que no era una opción para nosotros.
Estábamos firmemente convencidos de que Dios nos daba estos cinco niños, y confiábamos en su ayuda. Aunque perdiéramos algunas de los niñas durante el embarazo, o si las niñas quedaran gravemente discapacitadas por el nacimiento prematuro, creíamos que incluso entonces Dios nos daría la fuerza para aceptar su voluntad.
Siguió un embarazo sin complicaciones pero, sin embargo, un nacimiento demasiado temprano en la semana número 26 de embarazo. Nuestras cuatro hijas pesaban entre 640 y 720 gramos y sus órganos aún no funcionaban autónomamente. A esto le siguieron 3 meses y medio de cuidados intensivos con cuatro bebés prematuros y al mismo tiempo un hijo de 11 meses que nos esperaba en casa cada día.
Allí comenzó un gran prueba para nosotros como padres, pues debíamos repartirnos y ser justos con nuestros cinco hijos. Yo estaba muy ocupada con la extracción de la leche para poder alimentar a nuestras hijas. Afortunadamente, fue suficiente para las cuatro por unos meses. Durante el día, siempre íbamos de a dos a la clínica, a veces incluso de a cuatro (con dos abuelos), para dividirnos a las cuatro niñas y así ellas pudieran recibir siempre mucha cercanía física.
Por las noches intentábamos dar a nuestro hijo tanto amor y atención como fuera posible. Siempre nos pesaba en la conciencia el no poder estar con él durante el día. Pero en esos tiempos difíciles, los abuelos y las familias de ambos lados nos apoyaron mucho con el cuidado de nuestro hijo, las compras, la casa y todo lo demás que era necesario para seguir adelante.
En el hospital había nuevas preocupaciones cada día, ya que las complicaciones se producían una y otra vez con diferentes hijas y su estado era a menudo crítico. Después de tres meses y medio en la unidad de cuidados intensivos se nos permitió traer cuatro niñas completamente SANAS a casa. Es un verdadero gran milagro, y no podemos expresar con palabras nuestra gran gratitud por todo lo vivido.
Todo ese tiempo me marcó mucho. Hoy puedo disfrutar cada día viendo a nuestros cinco saludables y hermosos niños jugando todos juntos. Se llevan muy bien y son muy unidos.
Durante los últimos seis años he podido vivir plenamente mi papel de madre y entregarme completamente por mis hijos. Sí, la vida cotidiana se caracteriza por mucho trabajo, lavar la ropa, tareas domésticas, etc. y siempre hay períodos más difíciles de sequía. Pero mis días también están tan llenos de amor y de situaciones maravillosas con los niños.

¿Dónde en tu vida has experimentado a Dios?

A través de la relación con mi marido y los nacimientos de nuestros hijos pude sentir muy claramente que Dios está conmigo y me acompaña.
Dios nos ha conducido el uno al otro y nos ha mostrado de diferentes maneras la forma de encontrarnos.
La certeza de que nos pertenecemos y de que Dios nos ha elegido mutuamente, ha dado forma a nuestra relación desde el principio y ha fortalecido nuestro amor por el otro. La fe firme en la conducción de Dios es tan valiosa y enriquecedora para nosotros.
Hasta el día de hoy, nuestra fe nos ha permitido aceptar y superar bien todos los desafíos y ha fortalecido nuestra relación. Ejemplos de esto son el nacimiento de nuestras cuatrillizas, la reconstrucción de una gran casa con cuatro bebés y un niño de un año, o, por ejemplo, la evacuación durante cuatro días de nuestra casa recién renovada, a la que acabábamos de mudarnos cuando hubo un desprendimiento de tierra en la ladera de la montaña de enfrente.
Siempre pudimos confiar en Dios totalmente. Teníamos la seguridad de que Dios está siempre con nosotros y que todo va a ir bien.
Podemos ver claramente el obrar de Dios en el milagro de nuestros cinco hijos y le damos las gracias.
Debido al nacimiento extremadamente temprano de las cuatrillizas y las complicaciones que lo acompañaron, es un milagro que las cuatro estén vivas y muy sanas. Ninguna de ellas muestra que hayan nacido demasiado pronto. En esto, a través de toda la ayuda profesional y cariñosa de los médicos y enfermeras y a través de la ayuda de nuestras dos familias, el querido Dios ha tenido un actuar muy claro.
Durante el embarazo y el tiempo con los niños en la clínica, el cielo se llenó de oraciones. Sabíamos que estábamos siendo sostenidos por la oración de tanta gente. Eso nos hizo muy bien y nos dio mucha fuerza. Nunca nos sentimos solos. Estamos también muy agradecidos por eso.