Luverci Rossatti Duval

Nacida en 1949, casada, cuatro hijas, directora de colegio, vive en São Paulo/SP Brasil, pertenece a la rama de madres del Movimiento de Schoenstatt.

¿Qué experiencias te han marcado/formado como mujer?

Estudio: En una época en la que sólo unas pocas mujeres estudiaban, fue mi deseo asistir a un seminario de formación de profesores (como se llamaba entonces) y me convertí en profesora. A esto le siguió un estudio universitario. Prácticamente, nunca dejé de estudiar; ¡saber, me fascina!

Madre: Soy madre de cuatro hijas. Esta experiencia me formó y me hizo ver lo extraordinario en lo ordinario. Vi las maravillosas conexiones que se dan en el mundo, la perfección del universo, la belleza de la naturaleza y la increíble maravilla de la vida humana. Hay tantas cosas que tenemos que agradecer y por lo que debemos preocuparnos. ¡La vida es valiosa y maravillosa!

Trabajo: Pude dedicarme a la educación, experimentando en ella mi fe y la vocación de ayudar a los demás a través de una educación cristiana. De esta manera pude contribuir a una sociedad más justa. A través de mi trabajo en la educación encontré mi ideal personal. También aprendí que primero tengo que vivir lo que exijo a los que educo y pude ser así un instrumento e influir en su personalidad.

¿Cuándo has experimentado a Dios en tu vida?

En diferentes momentos:

Infancia (5 a 11 años): En el «Educandário São Paulo da Cruz» (colegio), donde aprendí a leer y escribir, y donde se sentaron las bases de mis conocimientos académicos. Los buenos recuerdos y el anhelo me conectan a este lugar.

A lo largo de mi vida: Participando en las actividades de nuestra iglesia, catequesis, cruzada eucarística, congregación Mariana, cursos, etc…

Un momento especial: conocí el movimiento de Schoenstatt, la obra del Padre Kentenich, pertenezco a la rama de las mujeres y madres y vivo en Alianza de Amor con nuestra Madre.

¿Cuál crees que es el desafío para la mujer del tiempo actual?

El gran reto es que formemos parte de la sociedad, tengamos una familia, una profesión y contribuyamos a través de nuestras acciones en el desarrollo de estas áreas, y al hacerlo, permanezcamos siendo, día tras día, niños ante Dios; que todas nuestras actividades no nos impidan llevar a cabo la principal tarea que Dios nos ha encomendado: vivir la infancia espiritual.

¿Qué quieres cambiar con tu vida en este mundo?

Siempre me ha inquietado este  mundo nuestro, con su gran diversidad cultural, religiosa y social, con sus muchas revoluciones políticas, con sus miedos y la constatación que el poder del mal es tan grande. Ante estos hechos, decidí vivir como un hijo de Dios que es amor, confiando en las personas y sellando la Alianza de Amor con la Virgen, que me educó y preparó para cumplir mi misión.

Resumiendo: Al final de mi vida espero haber contribuido a difundir el amor para que en la vida cotidiana muchos corazones humanos puedan volver a creer y nunca pierdan la esperanza en las dificultades…

Porque la vida es un regalo de Dios y vale la pena vivirla!