54 años, casada, profesora, mamá de una gran familia. Miembro activo de la Federación de Madres de Chile.
En mi formación como mujer ha sido vital el contacto con María. Ella siempre ha estado presente en mi vida. Parte de esta vida es la que relato a continuación.
Nací en el seno de una familia muy religiosa y schoenstattiana. Somos 5 hijos. De pequeña me vinculé, de manera muy natural, al santuario de Bellavista. Vivía muy cerca. A los 15 años entré a participar en los grupos de la juventud femenina. Ahí comencé a apropiarme de lo que mis papás me habían transmitido. Creció en mí un gran amor por María y un ansia de vivir como ella sin dejar de lado la vida social y natural.
A los 17 años participé de un intercambio estudiantil en Alemania. Viví por 4 meses con una familia alemana que me acogió muy bien. Pude aprender algo del idioma y conocer y valorar otras costumbres. Y, a la vez, reafirmarme en la valoración de mis raíces y anhelos.
El ingreso a la universidad significó abrirme a un mundo mucho más amplio. Conocí a personas de otros credos, de otra situación económica, de otras posiciones políticas. Me hice de muchos amigos. Y me di cuenta que podía relacionarme con todos sin problema. Fue una etapa muy linda y marcadora en mi vida en la cual conocí a mi primer marido.
Con mucho entusiasmo participé de la venida del Papa Juan Pablo II a Chile el año 1987 siendo Guardia Papal. Y posteriormente en el encuentro internacional de jóvenes en Buenos Aires. Fueron vivencias muy marcadoras, de mucha profundidad, de mucha alegría, de gran contacto con juventud de habla hispana y también germana, de Schoenstatt y de otros movimientos. Momentos que atesoro hasta el día de hoy.
Me casé el año 1988, un 15 de agosto, con Miguel. Formamos una linda familia con 5 hijos. Pero Dios Padre quiso llevárselo pronto a su lado. Y mi fe se puso a prueba: El año 2002, teniendo yo 36 años, enviudé de manera sorpresiva. Tuvo un accidente junto a su hermano. Ambos fallecieron. Mis niños tenían 12, 11, 4 y 3 años y el menor 9 meses. Fue tremendo! Sin embargo, gracias al apoyo de mi familia, mis amigos y mi querida comunidad de la Federación de Madres, especialmente mi curso (HTSC), pude volver a pararme. Vino un tiempo durísimo…hasta que acepté que yo no había sido creada para vivir sola. Fue entonces que le pedí a Miguel que me buscara un nuevo marido (yo tenía la convicción de su cercanía con María y que ella lo escucharía).….No fue fácil el proceso… Y apareció José María…Él era schoestattiano, anulado civil y religiosamente y vivía junto a sus cuatro hijos!! Nos casamos el año 2007 y formamos una gran familia con los nueve hijos. Los desafíos a los que nos veíamos enfrentados eran inmensos: aprender a convivir todos juntos y en armonía, encontrar una casa grande y asequible, y aceptar al cónyuge y a sus respectivos hijos tal como son y con toda su historia…. De la mano de María dimos el salto, un gran salto al vacío un 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima…Y aquí estamos casi 13 años después. Felices, contentos y agradecidos. Además, Dios Padre que todo lo hace bien, nos regaló, al 4° año de matrimonio, a Ignacio, nuestro décimo hijo. Hoy tiene 8 años.
A lo largo de mi vida he ido descubriendo la presencia clara de Dios Padre y la conducción de María por medio de personas que me acompañaron en mi crecimiento natural y espiritual; en las grandes alegrías, las dificultades, los dolores y también en la inmensidad de la naturaleza. Descubrir a Dios en las dificultades y dolores no han sido procesos instantáneos, sino más bien de búsqueda a respuestas. El tener la convicción de saberme siempre querida y aceptada por las diferentes personas que me rodeaban, me llevó a saberme especial; especial para Dios: su hija.
El mayor desafío que veo para las mujeres en el momento actual es el poder lograr un justo y natural equilibrio. Un equilibrio que integre aspectos muy variados y que permita desarrollar una persona feliz de ser mujer. Vida profesional y laboral, vida religiosa, vida en pareja, maternidad, vida social y vida responsable con el medio ambiente son aspectos que mantienen tironeada a la mujer. Si no los logra integrar plenamente en su vida corre el riesgo que algunos queden aplastados por otros o, simplemente, que queden fuera.
A lo largo de mi vida me encantaría poder acercar a muchas personas al mundo religioso, ayudarles a que descubran a María como madre y se dejen conducir por ella. Acercarlas de manera natural, sin cosas extraordinarias. Es demasiada la riqueza que se pierden si no la conocen; es una manera diferente de acercarse al mundo sobrenatural. Me encantaría poder compartir esa riqueza, que a mi me tocó conocer sin pedirla.