Maria Lohaus

Nacido en 1958 en Gelsenkirchen, Alemania; casada con Prof. Dr.-Ing. Ludger Lohaus desde hace 41 años, tiene tres hijos y cuatro nietos; educadora y pedagoga de musica; artista autónoma desde el año 2005 http://www.Maria-Lohaus.de; desde 1986 miembro de la federación de madres; desde 2014 en la dirección de la diocesis de Hildesheim; desde 2016 directora del projecto “Baustelle Lebenshaus” (“casa de la vida”) con P. Lothar Herter y Birgit Nikolayczik http://www.baustelle-lebenshaus.de

¿Qué experiencias te moldearon como mujer?

De niña crecí con una imagen de mujer cuyas funciones eran principalmente ser madre y dueña de casa. Así que me convertí en educadora, me casé joven, tuve tres hijos maravillosos y formé una familia. Cuando mis hijos crecieron estudié pintura y dibujo gráfico y hoy trabajo de manera independiente como artista visual.
Como miembro de la Federación de Madres de Schoenstatt me di cuenta de que mi ser de mujer y madre cristiana tiene un gran significado para mi familia y mi entorno, y que tengo a María como compañera en este camino. Mi imagen de mujer cambió con el tiempo. Experimenté que puedo tomar mis decisiones con seguridad, libertad e independencia y que puedo desarrollar plenamente mi potencial junto a mi rol de madre y esposa.

Cuando mi marido aceptó un trabajo de profesor en la Universidad de Hannover yo abrí una escuela de pintura para niños y jóvenes. Fue un trabajo muy gratificante que me causó mucha alegría y en el cual pude poner mi experiencia pedagógica. Yo soy feliz como madre y educadora y no me arrepiento de que con mi marido hayamos elegido este modelo de familia. Además de la familia me he dedicado a trabajos voluntarios como la dirección de grupos de madres e hijos, trabajos en las parroquias y también me uní a la Federación de Madres de Schoenstatt.

¿Cómo has experimentado a Dios en tu vida?

Experimenté a Dios en la casa de mis padres. Ellos eran muy diferentes, mi madre participó desde pequeña en la juventud femenina de Münster y después del Katholikentag (encuentro católico en países de habla alemana) de 1968 encontró la Federación de Madres. Ella nos transmitió un profundo amor a María y una fe auténtica en un Dios Padre lleno de amor.
Mi padre, un católico muy sencillo, pragmático y profundamente religioso, no pudo hacer mucho con la piedad popular mariana. Él nos transmitió la fe en un Dios justo, que debe ser considerado como autoridad.
La imagen de Dios tan distinta que tenían mis padres la viví intensamente al momento de su muerte. Profundizó mi fe en un Dios que ama personalmente. Mi madre, quien estuvo postrada en una cama con demencia y sin poder mover sus extremidades, murió con una mirada clara y radiante y una sonrisa en su rostro. Murió en el momento en que mi hermano decía una oración en familia para nuestra abuela. Tres de sus cuatro hijos pudieron estar junto a ella al momento de su muerte.

Mi padre murió 20 años antes que mi madre y de manera muy conciente. Después de una enfermedad pulmonar fuerte, sintió que se acercaba su muerte. Llamó a cada uno de sus hijos por separado para despedirse. Ninguno de nosotros podía creer que fuese a morirse porque causaba una impresión clara y fuerte. Me bendijo y me pidió perdón. Me conmovió profundamente ver a mi padre tan humilde. 4 horas más tarde, murió.

¿Cuál ves como EL desafío para las mujeres hoy?

Veo como desafío el poder desarrollar plenamente el ser mujer en el ámbito social, privado y laboral en los que las mujeres viven como mujer, madre, esposa e hija. Esto incluye la igualdad de oportunidades para mujeres que quieren tanto ser madres como llevar su potencial a la economía, el Estado, la Iglesia o la sociedad. En este ámbito sigue existiendo mucho por desarrollar. Por el cristianismo antiguo sabemos que las mujeres líderes eran de gran importancia para su época. Hoy también necesitamos mujeres que, además de ser madres y esposas, contribuyan significativamente a la economía, la política, la Iglesia y la sociedad.

¿Qué te gustaría cambiar a lo largo de tu vida en este mundo?

Me gustaría ayudar a asegurar que las mujeres puedan confiar en sí mismas, que puedan vivir libre, fuerte e independientemente, en base a su propia conciencia y en una conexión profunda con Jesucristo.
En este contexto es importante redescubrir a María y darle importancia para un ser mujer exitoso en estos tiempos.  Me fascina una imagen de persona que pueda contribuir a una sociedad en la que las mujeres tengan la opción de poder conciliar sus talentos y habilidades en la familia, el trabajo, en la Iglesia y la sociedad, de manera que estén en armonía consigo mismas y puedan hacer fructífero su entorno.  
Por esto me comprometo junto a Birgit Nikolayczik y el Padre Lothar Herter en el proyecto que creamos el 2016, “Baustelle Lebenshaus”. En nuestros seminarios para mujeres jóvenes, a partir de los 25 años, nos conectamos con la relación personal con Dios y analizamos de manera crítica nuestra vida y el espíritu del tiempo presente. La vocación personal necesita una relación personal con Dios que nos lleve y sostenga en el día a día.

Es satisfactorio modelar el propio mundo, por pequeño que sea, crear clima y darse cuenta de que la libertad solo se pone en práctica asumiendo responsabilidades. Es una alegría descubrir que nuestros esfuerzos, todo nuestro ser, se pueden transformar en un regalo para la Virgen María que ella puede transformar en fuente de bendiciones para mucha gente. Ninguna de nosotras pudo influir en como se le transmitió la imagen de Dios. Pero como personas libres tenemos la posibilidad de dejar entrar una nueva visión y comenzar nuevamente en la Fe. En cualquier caso, Dios nos da estas oportunidades a lo largo de nuestra vida.