Tengo 62 años, estoy casada hace 35, y tenemos una hija de 27. He nacido en Buenos Aires, Argentina. Conocí Schönstatt hace 36 años. He trabajado por más de 30 años en la educación como maestra de niños pequeños (escuela primaria). Hace 30 años que pertenecemos al Instituto de Familias de Schönstatt, y desde 2018 somos los Superiores Generales, repartiendo nuestra vida entre Alemania y Buenos Aires, donde está nuestra familia.
Siempre he sido una persona eminentemente observadora. En primer lugar, observar a mi madre en el roll de ama de casa, me enseñó a querer y cuidar de mi hogar. De ella también “heredé”, creo, mi vocación de cuidar de mi familia y mi hogar, a pesar de haber trabajado también durante muchos años fuera de casa.
También, y claramente, en su roll de esposa. Cómo cuidaba de mi papá, los pequeños detalles, que sobre todo una mujer tiene en cuenta.
De ella recibí muchas enseñanzas que tienen que ver con el “ser mujer”. Recuerdo muchas charlas con ella, caminado del brazo, donde hablábamos de muchos temas que sin duda han moldeado mi forma de ser mujer. Claro que no me daba cuenta en ese momento. Más bien, lo veo ahora.
Y después también el hecho de observar siempre a muchas otras mujeres: profesoras, tías, amigas, etc., supo mostrarme qué sí y qué no es o hace una mujer sencilla pero digna.
Claramente, ahora que soy una persona grande, el modelo de María, sobre todo en su hogar de Nazaret, su sencillez, su prudencia, sus silencios… Cuánto me gustaría poder llegar a ser una “pequeña María”! Es un trabajo de autoeducación en el que estoy embarcada.
Hubo muchos momentos en mi vida en los que pude experimentar claramente que Dios estaba obrando en mí o en lo que me estaba sucediendo. Pero de todas maneras, Dios me ha regalado la gracia de poder buscarlo siempre en cada acontecimiento, en cada persona que se cruzaba en mi camino, etc. Aun antes de conocer Schönstatt, y de conocer que esto se llama Fe Práctica en la Divina Providencia, Dios me regaló un estilo de vida en el que intuitivamente lo ponía en práctica.
Luego, gracias a Schönstatt pude pensar mi vida conscientemente desde la fe práctica. Y es absolutamente maravilloso, y da una impresionante paz al corazón, saber que pase lo que nos pase, Dios está detrás de todo.
No creo que hoy día haya un solo desafío para la mujer. Algunos pueden ser:
En mi caso, gracias a una mujer que hace 27 años quedó embarazada, no abortó y decidió seguir adelante con su embarazo a pesar de todas las dificultades que ello le significaban, tenemos una hermosa hija, que no sólo es nuestra mayor alegría sino también nuestro mayor orgullo. A esta mujer le estaré eternamente agradecida (y así se lo hemos inculcado a nuestra hija).
Como mujer individual, me encantaría poder revertir los desafíos a los cuales se enfrentan las mujeres hoy, y que están descriptos en la respuesta 3. En cada lugar donde Dios me pone, trato de dar testimonio de mujer cristiana, en medio del mundo, pero en lo posible, no salpicada por él.
Como esposa, mi vocación principal es mostrar lo feliz que una mujer puede ser sirviendo a su familia, con sencillez y dignidad. Muchas veces este roll de la mujer está muy desvalorizado.
En definitiva, allí donde Dios ponga a cada mujer, allí debería ser plenamente mujer, querida y respetada.