Rachael Fetsch Gilboy

Nacida en Texas en 1970, licenciada en biología y psicología, a los que siguieron años intensos de actividad profesional en empresas internacionales, tras el matrimonio y el nacimiento de tres hijos dejó su profesión a los 34 años y comenzó a vivir su nueva vocación de madre a tiempo completo. Pertenece al Movimiento de mujeres y madres de Schoenstatt.

¿Qué experiencias te han formado como mujer?

Solía pensar que mis actividades anteriores me formaban como mujer. A través de mis trabajos pude vivir en grandes ciudades de EE.UU. mientras viajaba por el mundo. Esto me permitió ganar un nuevo sentido de libertad e independencia. Pude ver el mundo y experimentar muchas culturas. Como mujer soltera logrémuchos de mis objetivos, ser libre y autónoma

Pero después, lo que me formó de una manera inimaginable fue conocer a mi marido y formar una familia. La llamada a ser madre me llenó de una alegría que no se puede comparar con ninguna independencia y libertad sea cual sea el trabajo. Amis veinte años pensé que comprar un condominio, usar ropa y zapatos elegantes y tener un sueldo competente era lo que me definía como mujer. A los treinta años descubrí que me formaría en la mujer que Dios me ha llamado a ser , si dejaba todo esto atrás y respondía a la llamada a ser madre.

¿Cuándo has experimentado a Dios en tu vida?

Cuando era una niña, mi madre nos llevó a ayudar en la así llamada “Comida sobre ruedas”. Le llevamos comida a las personas mayores de nuestra parroquia. Fue una época muy interesante para mí porque mi madre nos enseñó que lo que le llevamos a la gente es más que solo comida. Aprendí a darles amor hablando y pasando unos minutos con ellos. Solíamos preguntarles: «¿Cómo están hoy?» Todavía recuerdo a la persona que más quise en este tour que hacíamos. Se llamaba Julia y era muy cariñosa. De niña, a menudo pensaba que ella debía de ser un ángel, porque era muy  alegre y estaba tan llena amor. Cuando ahora, cuarenta años después, pienso en Julia, una gran alegría sigue acaparando mi corazón. Creo que fue mi primer encuentro con Dios.

¿Cuál crees que es el desafío para la mujer del tiempo actual?

Hoy en día, el mayor desafío para las mujeres es vivir la vocación para la que Dios las ha llamado. Con demasiada frecuencia las mujeres hacen lo que el mundo espera de ellas. Sufren de ansiedad y depresión debido a las expectativas que el mundo tiene de ellas, como el ascenso de carreras o hacer al mismo tiempo malabares entre ser madre y el trabajo. Como mujer es importante llevar una vida de oración y seguir al Espíritu Santo y no a las demandas del mundo.

¿Qué quieres cambiar con tu vida en este mundo?

Quiero ayudar a que las mujeres  conozcan más sobre la Virgen. Quiero despertar en ellas las ganas de parecerse más a la Virgen. Me encantaría ayudarles a conocer mejor sus virtudes y su vida. Tengo la impresión de que mi generación no ha recibido mucha catequesis en este sentido. Por lo tanto, me gustaría ayudarles a captar realmente la paz que tendríamos en nuestras vidas si confiáramos sólo en la Virgen.